jueves, 10 de julio de 2014

De la vieja guardia - Fernando Delgadillo

Yo soy la vieja guardia
aunque no viví sus glorias
yo comencé a oír la radio
cuando ya se había hecho historia.

Cuando las bandas de pop
se llevaban ovaciones
de las que aún resuenan a ecos
en las viejas grabaciones.

Y me enterneció el amor
en una noche serena
en mi escondite añorado
que un día fue el autocinema.

Yo conozco mil historias
de la calle y sus rumores
de los pleitos de banquera
con merecidos honores.

Y miré algunos mayores
crecer bajo su leyenda
en las riñas de pandillas
con navajas y cadenas.

Y después de aquel arrojo
se convertía en delincuencia
más de un bravo conocido
saboreó las consecuencias
que hace la ley de los puños
y fumar la hierbabuena.

Para saltar la alambrada
para brincar esta cerca
y ese asalto a mano armada
Que jamás valía la pena
a veces creo que mi entorno
fue el que me hizo observador
aprendía del error de otros
y tampoco fui mejor.

Siempre estoy necesitando
un sueño en que sobrevivir
como si fuera el muchacho
que no para de reír.
Cuando volaba a la avenida
bajando en mi bicicleta
como sí en la esquina nunca
me esperara una sorpresa.

Siempre fue cuestión de suerte
y hoy tampoco sé en que acaba
la vida de los que entienden
de contar casos que pasan.

Hoy no vuelo en mi manubrio
hoy mi guitarra me eleva
y me hace ocupar las dos manos
no hago otra cosa con ellas
que aferrarme a esta guitarra
como el fulgor a su estrella
como el soldado al fusil
y en noches como la de hoy
como un borracho a su botella.

Yo soy de la vieja guardia
de la canción de protesta
de los conciertos de pop
con una guitarra vieja.

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